Ayer tuve el examen más surrealista de toda mi vida, y mira que los examenes de inglés en el colegio eran raros... con gente chivando las preguntas con pancartas desde el pasillo y la teacher sin darse cuenta. No sé si sería porque era marte y trece pero el de ayer fue el examen más extraño pero divertido que he hecho nunca. Para empezar la afluencia de público era de casi el 100%, parece que en vez de ir a examinarnos, nos regalaban algo, y en cierto modo fue así porque Pedro, nuestro profe de Empresa Informativa, nos invitó a unas gominolas mientras hacíamos el examen. Unos tapers con besitos y aros de fresa nos endulzaron el mal trago de pasar por un control parcial. Y despues de las gominolas... ¡a descubrir cuantas hemos acertado en la quiniela! Pedro nos cantó los resultados y tras la última respuestas ¡aplausos y euforia! Gran parte de la clase sacó un 11 en el examen. Sí, sí, un 11, es que algunos teniamos un punto más por presentar un trabajo voluntario que consistía en elaborar un curriculum adecuado para optar a un puesto en este dificil mundo de la comunicación. El trabajo más útil que he tenido que entregar en lo que llevo de carrera, y voy por el sexto año ya...
Volviendo a las notas, yo no fui de los de 11, pero un 8,5+1 tampoco está nada mal. Me dio mucha pena haber fallado una pregunta, pero las normas son así y me quedé con un 9 menos 0,5 de la pregunta incorrecta.
Moraleja: Un hueso de asignatura puede gustarte si el profesor se toma el esfuerzo de motivar a los alumnos, aprenderse cada uno de sus nombre y no tratarlos como una ficha más. La letra con sangre no entra, pero con gominolas y chistes de vascos, sí.