Dentro de unos días (dos, concretamente) acabará mi experiencia santanderina. El balance de estos dos meses es, por supuesto, positivo. En este tiempo he aprendido cosas sobre Cantabria que desconocía, como que aqui los quesos son "quesucos", que el cocido montañés no se hace con fideos y garbanzos como el madrileño, que Santillana del Mar no es santa ni llana si tiene mar, y que Potes pertenece a Cantabria, a pesar de que los señores del Ministerio de Medio Ambiente que han hecho el libro sobre los ríos de España se empeñen en asegurar que está en Asturias.
Cuando vuelva a mi Madrid del alma, echaré de menos los cambios bruscos de temperatura del norte, que por la mañana puede amanecer lloviendo y a medio días aparecer Lorenzo dando guerra. Echaré de menos tener la playa al lado de casa, y echaré de menos los pinchos de tortilla rellena.
He tenido suerte. Me he librado de los cuarenta grados a la sobra de Madrid este verano, y he tenido la opurtunidad de vivir en un parque natural, con focas y pingüinos de vecinos.
El viernes será el último día que vaya a trabaja al "palacio", como diría Ana "ya volvemos a ser normales", ya no viviremos en "las caballerizas" ni subiremos al "palacio" a trabajar". Me alegro de haber sido "anormal" por estos dos meses porque he tenido la oportunidad de coger experiencia profesional, de conocer lugares nuevos, de reflexionar, pero sobre todo he tenido la gran suerte de conocer aqui a gente que me ha ayudado a en muchos sentidos.
Nos vemos en Madrid! Rocío, Ana, Quique, Lara, Pilar, Patricias (público y Efe), Teresa, Natalia, Vanessa, Lucías (Efe y Cope), Ruyman, Dani, y Manu.
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